El Mundial de Clubes es un torneo ya asentado, con un largo bagaje a lo largo de la historia y que está a punto de dar el pistoletazo de salida a su edición de este 2025. Este año llega con un nuevo formato donde 32 equipos de todos los continentes se darán cita en Estados Unidos el próximo 15 de junio y se extenderá hasta el 13 de julio. Aunque se trata de un torneo conocido para los aficionados y clubes, a pesar de ser relativamente nuevo, dado que se creó en el año 2000, lo cierto es que tuvo su precedente hace más de 60 años.
Hace más de medio siglo, Caracas fue el escenario de un torneo pionero que, aunque no reconocido oficialmente, dejó una huella importante en la historia del fútbol. La llamada Pequeña Copa del Mundo de Clubes, organizada por la Federación Venezolana de Fútbol, reunió entre 1952 y 1957 (con un breve resurgimiento en 1963) a campeones de Europa y América, así como destacados clubes invitados, en un formato que muchos consideran el antecedente más cercano del actual Mundial de Clubes de la FIFA. Este campeonato se convirtió en una vitrina única para grandes equipos y jugadores de la época, entre ellos Alfredo Di Stéfano, quien tendría allí uno de los momentos más significativos de su carrera.
La edición de 1953 fue clave para Di Stéfano, ya consolidado como figura del Millonarios de Colombia, un equipo que en ese tiempo dominaba el fútbol sudamericano y era conocido como el “Ballet Azul”. El argentino lideró al club hacia la victoria en esa edición del torneo, confirmándose ante los ojos de muchos como uno de los mejores jugadores del momento. Entre los asistentes a este torneo estaba la directiva del Real Madrid, que quedó impresionada por el talento del delantero. Esta participación en Caracas fue, en esencia, el punto de partida para el fichaje de Di Stéfano por el equipo blanco, una operación que cambiaría no solo el destino del jugador, sino también el rumbo del fútbol europeo, marcando el inicio de una era histórica para el club merengue.
El torneo fue una iniciativa impulsada principalmente por empresarios venezolanos que aprovecharon la estabilidad económica del país en la época para atraer a los mejores equipos y jugadores. Real Madrid, Millonarios, Corinthians, Barcelona, Roma e incluso la selección de Suecia, entre otros, participaron en distintas ediciones de este campeonato, disputado siempre en formato de grupo único en suelo venezolano. De hecho, el Real Madrid ganó la primera edición en 1952, cuando aún faltaban cuatro años para la creación de la Copa de Europa.
Di Stéfano y el Real Madrid
A pesar de su relevancia inicial, la Pequeña Copa del Mundo finalmente quedó relegada al olvido, principalmente debido a la falta de reconocimiento oficial por parte de la FIFA, la UEFA y la CONMEBOL, así como al secuestro de Alfredo Di Stéfano en Caracas durante la edición de 1963, un suceso que marcó el declive definitivo del torneo.
Sin embargo, su legado permanece, ya que este certamen no solo ayudó a posicionar a Venezuela como epicentro temporal del fútbol mundial, sino que también contribuyó a la construcción de la narrativa de lo que sería el enfrentamiento entre los mejores equipos de Europa y Sudamérica, plasmado más adelante en la Copa Intercontinental. La Pequeña Copa del Mundo fue testigo del inicio de la relación entre Alfredo Di Stéfano y el Real Madrid, un vínculo que transformaría para siempre el panorama futbolístico global.
