Adam Brody, conocido mundialmente por su papel como Seth Cohen en The O.C., regresó al centro de la atención mediática gracias a su protagónico en la exitosa serie de Netflix Nobody Wants This.
En esta etapa de madurez, Brody enfrenta tanto el renovado interés del público como la etiqueta de “sex symbol” que arrastra desde sus inicios. En una entrevista con Vanity Fair, el actor reflexionó sobre el impacto de la fama, los desafíos de su carrera y cómo cambió su vida desde aquellos días en los que era considerado el “novio de internet”, antes de que ese concepto se popularizara.

Un nuevo impulso con Nobody Wants This
El fenómeno de Nobody Wants This catapultó nuevamente a Brody al centro de la cultura pop. En la serie interpreta a Noah, un rabino que se enamora de una podcaster agnóstica, personaje que comparte pantalla con Kristen Bell. Este papel le valió un Critics Choice Award este año y lo devolvió a una posición de alta visibilidad que, en sus palabras, es tanto halagadora como incómoda. “Es definitivamente genial ser considerado eso en cualquier forma. Pero si, al final, solo eres eso, entonces puede volverse bastante tonto, bastante rápido”, declaró.
El personaje de Noah combina ingenuidad y sabiduría, cualidades que Brody reconoce en sí mismo. “Creo que esta combinación de lo juvenil y lo masculino. Es seguro de sí mismo y sabio, pero también ingenuo y mimado. Siento ambas cosas, minuto a minuto”, expresó. Tras el éxito de la primera temporada, Brody sintió presión por mantener el nivel en la segunda entrega, recientemente finalizada.

“Sentí la presión antes de empezar, y seguro la sentiré cuando salga. Pero cuando estás en el set, solo piensas en lo que estás haciendo y eso desaparece”, relató. Asimismo, manifestó su intención de incorporar más humor a su personaje, aunque reconoce que funge como el eje dramático de la historia.
La fama y el peso de una imagen
El resurgimiento de su fama trajo consigo la reaparición de la etiqueta de “sex symbol”, una denominación que ya había experimentado con The O.C.. Si bien la considera halagadora, también la percibe como una carga. “Te hace un poco cohibido. De repente piensas: ‘Oh, todo lo que hago, tengo que ser atractivo’. No cambié nada, pero es algo a lo que hay que estar a la altura”, comentó.
Brody reflexiona sobre cómo la percepción pública influye tanto en la autoconfianza como en la presión por mantener una imagen. “Es muy halagador. Es otra cosa que trascender, porque no es el todo. Es curioso, uno pensaría que aumentaría tu confianza. Y lo hace, en cierto modo. Pero por otro lado, te hace sentir un poco cohibido”, explicó.
Interpretación con fundamento: el judaísmo como eje

Para dar vida a Noah, Brody se sumergió en una investigación profunda sobre el judaísmo. Aunque creció en un entorno judío, su familia no era particularmente observante, y su conocimiento sobre rituales e historia era limitado. Aprovechó el tiempo entre la contratación y las huelgas en la industria para estudiar. “El judaísmo trata mucho sobre la historia y esa cadena ininterrumpida de miles de años de rituales, personas y migraciones, y eso fue fascinante de aprender y estudiar”, relató.
Entre el éxito y la tragedia: incendios en Los Ángeles
El último año fue de contrastes extremos. Mientras celebraba reconocimientos en la temporada de premios, su hogar fue destruido por los incendios en Los Ángeles. “La temporada de premios ya es lo suficientemente surrealista, y luego perder nuestra casa pero seguir adelante con lo otro... en términos de altibajos, eventos y emociones por todos lados”, compartió.

Brody describió este periodo como una sucesión de emociones intensas, donde el trabajo funcionó como bálsamo frente a la adversidad. A pesar de la pérdida, mantuvo su compromiso con la actuación y su familia.
Leighton Meester en la pantalla y en casa
La segunda temporada de la serie contará con la participación de Leighton Meester, esposa de Brody y reconocida por su papel en Gossip Girl. El actor relató en tono de broma cómo surgió la idea: “Le dije que lo hiciera, y ella dijo que no. Es broma. Ella es su propia persona. Le sugerí que le escribieran algo divertido, y lo hicieron. No fue una decisión difícil”.
Trabajar con Meester fue una experiencia enriquecedora. “Me impresiona todo el tiempo, pero cuando trabajo con ella, puede llegar tan profundo como cualquiera... Lo que realmente me impresionó fue verla en Single Parents, especialmente en la segunda temporada, donde realmente alcanzó su punto como comediante”, afirmó.
Ambos vivieron trayectorias similares, alcanzando la fama en su juventud. Esta experiencia compartida fortaleció su vínculo y les permite afrontar con mayor madurez los desafíos de la industria.
Reflexiones sobre la industria y su propio recorrido

La televisión cambió radicalmente desde los días de The O.C., especialmente con la irrupción de las redes sociales. Brody destaca la presión que enfrentan los jóvenes actores. “Admiro a algunos de ellos y la responsabilidad que tienen, y el valor que se necesita para estar frente al mundo así. Supongo que diría que, si existe un mundo donde no tienes que usar redes sociales, eso podría estar bien”, señaló.
Sobre su evolución, admitió que tras The O.C. fue demasiado selectivo y dejó pasar oportunidades. “En retrospectiva, puedo decir que fui demasiado exigente. Ahora creo que es mejor aprovechar lo que tienes en mano y no preocuparse tanto por el futuro”, sostuvo. Valoró los proyectos menos exitosos como parte de su aprendizaje y celebra haber recuperado un lugar en la conversación televisiva.
Vida amorosa fuera de guion
Aunque protagoniza una comedia romántica, Brody se describe como poco hábil en gestos románticos. “No soy el mejor, lo que significa que no soy bueno en gestos románticos. Debería ser mejor en eso. Pero siempre fui, y no lo digo de forma cursi, un amante”, confesó.

Antes de casarse, alternaba entre relaciones y soltería, pero siempre se inclinó por enamorarse con rapidez. “Me encantaría enamorarme en cinco minutos, ¿sabes? Podría mostrarlo con más previsión, pero en el momento, siento que estoy lleno de amor”, expresó.
La entrevista muestra a un Adam Brody reflexivo, agradecido y consciente de los retos que implica la exposición pública. Su historia, marcada por el éxito, las pérdidas y la búsqueda de autenticidad, retrata a un actor que supo reinventarse, manteniendo el equilibrio entre lo personal y lo profesional.
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